Miércoles 7 de mayo de 2008
Hace 192 años, los padres de nuestra patria, declaraban al mundo, desde una pequeña y humilde casita ubicada en la ciudad de Tucumán, la INDEPENDENCIA de nuestro Pueblo y Gobierno del resto del Imperio español.
Este solo hecho, teniendo en cuenta las especiales circunstancias históricas que atravesaba nuestra patria en aquellos momentos, nos invitan a una reflexión sobre aquella valiente y hasta temeraria declaración, el temple de quienes tuvieron la visión y el coraje de llevar a cabo la gesta emancipadora, la importancia de su legado y fundamentalmente, que hicimos y hacemos hoy los argentinos, herederos de aquella responsabilidad, con nuestro pasado, presente y futuro.
Aquel congreso de ilustres representantes, reunidos en Tucumán, declaró nuestra Independencia, pero en rigor de la verdad, aquella declaración, fue más una expresión de deseo, que una realidad política concreta. En aquel momento TODO ESTABA POR HACERSE.
Para que una Nación, entendida como el conjunto de un PUEBLO, que habita un TERRITORIO y que se gobierna, a través de un ESTADO, pueda decirse y pensarse INDEPENDIENTE, primero se debe construir una IDENTIDAD NACIONAL y esta, se edifica con mucho tiempo y sacrificios, creando primero y sosteniendo después, SÓLIDAS INSTITUCIONES que la conformen y establezcan.
La INDEPENDENCIA de una NACIÓN y por extensión, del pueblo que la conforma, en el caso de una REPÚBLICA, como la nuestra, se manifiesta a través del efectivo ejercicio de los derechos soberanos de este pueblo, sobre la totalidad de su patrimonio territorial. La AUTODETERMINACIÓN en los actos internos de gobierno y las relaciones internacionales, también distinguen a las naciones independientes, de aquellas que no lo son.
Así, para ser VERDADERAMENTE INDEPENDIENTES, podemos imaginar que primero tenemos que ser una NACIÓN ORGANIZADA, FUERTE Y RESPETADA y nada de esto puede lograrse, sin un pueblo unido, culto y maduro, que desde su identidad nacional, fuertemente consolidada, cree, sostenga y respete, las instituciones que formen la estructura de su sociedad.
Nuestra Nación, es por definición constitucional, una REPÚBLICA, es decir que el único soberano es el PUEBLO y es RESPONSABILIDAD de ese mismo pueblo conducir los destinos de nuestra patria a través de la historia.
Instituciones fuertes, queridas y respetadas por la ciudadanía, son la única base sobre la cual se puede edificar el futuro bienestar del pueblo y una verdadera independencia nacional.
Los errores y las vilezas de algunos hombres, no pueden ser justificativo, para que un pueblo reniegue de sus instituciones, renegar de ellas, es equivalente a renunciar a nuestro destino como Nación, es la peor de las DEPENDENCIAS, porque nos sumerge en un cinismo pernicioso, que sólo conduce a la anarquía y la desintegración.
El peor daño que podemos hacerle a nuestra patria, es dejar de creer en nosotros mismos, dudando de nuestro origen, olvidando a nuestros próceres o deformando nuestra historia, con análisis fuera de contexto que niegan, ridiculizan o minimizan, los sacrificios de muchísimos argentinos, que con aciertos y errores, nos precedieron en la construcción de nuestra patria.
Esto que nos pasa hoy, debería servir para reflexionar: ¿En qué nos estamos equivocando? ¿Por qué, cada vez hay más argentinos, enfrentados contra otros argentinos?, ¿Por qué, cada vez hay más pobres, enfrentados con otros pobres? ¿Por qué, una sociedad mayoritariamente cristiana, como la nuestra, ha llegado a considerar temas como la legalización del aborto y de las drogas? ¿Por qué?
Tal vez la respuesta no esté muy lejos y la podamos encontrar dentro de nosotros mismos, simplemente dedicando unos momentos, para pensar íntimamente en la patria que realmente queremos, elevando una oración, para que Dios nos ilumine a nosotros y a nuestros gobernantes, para que aprendamos a decidir sin egoísmo, para que el amor se imponga sobre el rencor, para que el orden institucional y la paz social, no cedan ante el discurso de los violentos de siempre. Para que la sociedad distinga a los lobos vestidos de oveja, que con florida retórica, atacan a nuestra Iglesia y los principios que como cristianos sostenemos y no permita, que estos avancen, en la promulgación de algunas leyes que degradan la condición humana.
INDEPENDENCIA, AUTODETERMINACIÓN Y SOBERANÍA más que un punto de llegada, son un camino que debemos transitar cada día, de la mano de Dios y de nuestras instituciones, mantendremos la República y con el esfuerzo diario de cada uno de nosotros, serán eternos los laureles, que supimos conseguir.
“Los pueblos que olvidan sus tradiciones guerreras están condenados a su desaparición”. Gral. José de San Martín
